Labrar el agua hasta
la última gota.
Contabilidad ambiental de la
cuenca del lago de Tota.
Por Ignacio Galán
¿Para qué sirve un
lago?
(Utilice las flechas del teclado o la rueda del ratón para desplazarse,
o el menú de secciones en la parte superior de su pantalla)
A más de 3.000 metros de altura, cerca a Sogamoso, siguiendo la vía que comunica esta ciudad con los Llanos Orientales, se llega al monumental lago de Tota.
Tota es una palabra que viene del chibcha, el idioma que hablaban los habitantes precolombinos de la región. Nace de la unión de dos vocablos: “to” que significa río o agua y “ta” que quiere decir labranza. Su propio nombre da cuenta de la larga historia compartida entre sus aguas y el ser humano
Para 1537, cuando el capitán español Juan de San Martín llegó a la zona, Tota ya era un lugar de importancia para los indígenas. En la mitología Muisca, el lago había sido un regalo del dios Bochica, quien los había bendecido con una mágica esmeralda de donde brotaron sus aguas.
Pero el tiempo no pasa en vano, ni siquiera para las cuencas y los lagos. Los cinco siglos desde la llegada de San Martín, y en particular las más recientes décadas, han traído consigo innumerables cambios para la cuenca y sus habitantes.
(NOTA: Utilice la barra blanca para interactuar con la fotografía.
La fotografía a la izquierda fue tomada en 1968 y la de la derecha en 2020).
Pero hay una constante: Tota continúa siendo imprescindible para la región:
El lago reluce al fondo de una cuenca con la que comparte el nombre y donde habitan cerca de 20.000 colombianos. Pero la importancia de la cuenca de Tota va más allá de las montañas que la demarcan: sus aguas son la principal fuente hídrica de más de 150.000 personas y los bienes y servicios producidos en ella aportan miles de millones de pesos anuales a la economía nacional y surten incontables mesas.
Aquitania
es el centro urbano
más grande de la cuenca
(69% de la población)
¿De qué vive la gente
en la cuenca?
La agricultura es, de lejos, el sector productivo más importante de la cuenca y lo ha sido por siglos, desde tiempos precolombinos.
En 1936 la Contraloría caracterizaba esta región así:
“La agricultura es la ocupación principal de los habitantes de este municipio. Se produce trigo, papa, cebada, y demás artículos de los climas fríos. También se atiende en pequeña escala, a la cría de ovejas y ganado vacuno”.
Desde entonces, la realidad económica se ha transformado mucho. Prácticamente todos los cultivos han sido reemplazados por el verde azulado de las hojas de la cebolla larga. Y la cuenca se convirtió en la capital nacional de este producto.
El antropólogo Pierre Raymond, quien escribió en 1990 un diagnóstico socioeconómico de la región, recuerda: